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Los Marqueses

         Don Antonio Abellán Peñuela, (1822-1903). Nació en la localidad almeriense de Cuevas del Almanzora el 3 de marzo de 1822, del matrimonio habido entre Don Pedro Abellán y Doña Damiana Peñuela.

 

        Antonio Abellán tuvo un origen económicamente humilde. Sus antepasados fueron en su mayoría mineros, pero algunos fueron inviertiendo pequeñas cantidades en acciones mineras. Con el paso del tiempo se conviertieron en el principio de grandes fortunas. 

       Antonio Abellán llegó a obtener el título de Marqués gracias a haber sabido acumular una de estas grandes fortunas, debida fundamentalmente al capital invertido por sus antepasados en acciones mineras. 
Su carácter emprendedor y sabia administración le hicieron ir acumulando nuevas adquisiciones y propiedades hasta el punto de llegar a alcanzar sus bienes un volumen que, valorado en pesetas en su testamento, alcanzaba la cantidad de 1.450.000 en el año 1903.

           Antonio Abellán se convirtió en uno de los hombres más ricos de su pueblo en la época. Había reunido bajo su propiedad fincas en los términos de Pulpí, Los Gallardos y Cuevas, así como una fundición en Las Herrerias. Se dice icluso que llegó a obtener del Gobierno licencia para acuñar moneda de plata de diferentes valores. 


            La finca de mayor valor y más extensión fue la que adquirió en el término municipal de Cantoria, en el lugar denominado Almanzora, junto al río, que estaba formada por lo que había sido hasta pasar a su propiedad la mayor parte del patrimonio perteneciente a los Marqueses de La Romana. Dentro de sus límites se encontraban habitadas con familias al servicio del Marqués 47 casas -cortijo, 3 molinos harineros y 3 molinos de aceite o almazaras, con una superficie total de 11.500 metros cuadrados edificados. A ello hay que añadir la gran casa palacio que sirvió de residencia a los Marqueses, de 2.484 metros cuadrados.

             A esta finca debe además nuestro personaje el nombre que da título a su marquesado: Almanzora.


            Este hombre tuvo gran importancia en la comarca durante un período de más de cuarenta años, pues se distinguió no sólo en la política, sino en la industria metalúrgica y en la minería. Una vez consolidada su situación económica, cosa que le sucedía a edad ya relativamente avanzada, se inclinó hacia el terreno de la política, inscribiéndose en el Partido Liberal.

             Fue nombrado Alcalde de Vera, y, poco después, representando a su partido por el Distrito de Sorbas, fue designado Diputado a Cortes en los años 1859, 1865 y 1872. Aunque no disponemos de datos concretos sobre todas sus gestiones, es sabido que luchó con tesón por favorecer en lo posible a su pueblo natal.

           El 4 de agosto de 1872 fue designado Senador, situación que aprovechó para tomar parte muy activa en la consecución de la construcción del ferrocarril de Linares a Almería. Por el interés mostrado en la gestión del ferrocarril el Ayuntamiento de esta última, el 4 de marzo de 1872, lo declaró Hijo Adoptivo de la ciudad y adjudicó su nombre a una calle que aún lo conserva. 

           Por los méritos contraídos, el Rey Amadeo de Saboya le concedió el título de Marqués de Almanzora cuando era Presidente del Consejo de Ministros Práxedes Mateo Sagasta. El Marqués, como prueba de gratitud por tal honor, regaló al rey un enorme ejemplar de plata nativa procedente de sus propiedades en Herrarías. Este ejemplar aún se conserva en el Museo Nacional de Roma .

           El detalle de obsequiar a los benefactores con un ejemplar de plata nativa extraído de las minas de Cuevas debió ser costumbre extendida en este pueblo, pues, según recoge Antonio Molina, es probable que Francisco Martínez de Miguel, natural también de cuevas, obsequiara la Papa con un magnífico ejemplar de plata de Las Herrerías al haber obtenido de él el título de pontificio de Conde de Miguel. 

       Desgraciadamente esta gran fortuna fue desapareciendo casi con la misma rapidez con que se había consolidado debido a la mala administración de la segunda generación de Marqueses. Residentes habitualmente en Madrid, derrochaban el capital legado por los padres, si bien es necesario agregar, si no como exculpación total, sí como descargo, que su generosidad y su inclinación por socorrer a los necesitados desempeñaron papel de capital importancia. 

           Murió don Antonio Abellán Peñuela, Primer marqués de Almanzora, en Garrucha el 22 de Marzo de 1903 a la edad de 81 años. En la esquela que el periódico publicó dos días después puede leerse que, entre otros méritos, tuvo el de ser nombrado caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Isabel La Católica. 

            Su mujer, Catalina Casanova Navarro (1831-1914) fue una persona que influyó de manera decisiva en su trayectoria: su mujer Catalina Casanova Navarro nacida en 1831 en Cuevas y con la que contrajo matrimonio en 1848.

            De este matrimonio nacieron dos hijos, Antonio, que heredó el título de Marqués de Almanzora, y Dolores, que a la muerte de su madre fue la segunda Condesa de Algaida, título que había sido creado para su progenitora el 11 de junio de 1887 y que debió su nombre a una propiedad que la familia poseía en Tíjola.

        Era una mujer de carácter extraordinario, sencillo y de corazón generoso. Dispuesta siempre a ayudar al necesitado, llegó a tener designaciones mensuales destinadas a centros benéficos que atendían principalmente a ancianos.

            Doña Catalina fijó definitivamente su residencia en la casa palacio de Almanzora desde que murió su marido en 1903. Allí falleció el 13 de abril de 1914 siendo la Primera Condesa de Algaida y Primera Marquesa de Almanzora. 

 

La información contenida aquí puede encontrarse con mucho mas detalle accediendo al libro "Almanzora, un paseo por su entorno, economía, tradiciones e historia"

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